¿Está Europa preparada para los coches autónomos?

¿Está Europa preparada para los coches autónomos?

      En una entrevista reciente con TNW, Jelle Prins, la mente detrás de la primera app de Uber, compartió su visión de un mundo transformado por los vehículos autónomos. «Imagina subirte a un coche aquí en Ámsterdam por la noche», reflexionó, «y despertarte a la mañana siguiente en un pueblo de montaña en Francia para un día de snowboard». En su opinión, la conducción autónoma es el siguiente paso en la evolución de la movilidad, y la cuestión no es si llegará a Europa, sino cuándo.

      Compartió su visión de ese futuro —y sus planes para diseñar proteínas usando IA— con Boris Veldhuijzen van Zaten, fundador de TNW, en el último episodio de “Kia’s Next Big Drive”.

      Mira la entrevista completa haciendo clic abajo:

      El Kia EV9 que aparece en la entrevista es un vehículo autónomo de Nivel 2, según una escala de 0 a 5 de automatización de la conducción. Usa control de crucero adaptativo (ACC), una tecnología avanzada que permite que el coche conduzca con mayor autonomía igualando la velocidad del vehículo de delante, pero todavía se necesita un conductor humano. Todo esto forma parte del lanzamiento gradual por parte de los fabricantes de automóviles de nuevas tecnologías adaptativas que nos acercan cada vez más a los vehículos autónomos de Nivel 5, que no requieren conductor alguno.

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      Aunque los vehículos autónomos se están introduciendo comercialmente de forma gradual, podemos esperar que se adopten en el transporte público a un ritmo mucho más rápido. Como parte de Horizon 2020, la Comisión Europea está financiando actualmente proyectos de investigación sobre transporte público sin conductor en toda la UE. Pero EE. UU., China y, más recientemente, el Reino Unido ya están muy por delante —y acelerando.

      En EE. UU., empresas como Waymo (la filial de vehículos autónomos de Alphabet) ya han desplegado servicios comerciales de robotaxis en Phoenix, San Francisco, Los Ángeles y Austin. El próximo año, planean expandirse a Atlanta, Miami y Washington, D.C. en 2026. En China, Baidu ha probado su servicio de ride-hailing autónomo Apollo Go en más de 15 ciudades y apunta a 100 ciudades para 2030.

      Incluso el Reino Unido, a menudo más lento en adoptar tecnologías emergentes de movilidad, aprobó una ley emblemática sobre Vehículos Automatizados (AV) en 2024, creando un marco legal unificado. Se prevén programas piloto de AV para 2026, con Wayve y Uber ya planeando ensayos.

      En contraste, la UE sigue fragmentada. Con infraestructura inconsistente, cobertura 5G irregular y sin una hoja de ruta regulatoria compartida, el bloque corre el riesgo de quedarse atrás —a menos que pueda armonizar normas y acelerar la inversión.

      Cómo los vehículos autónomos podrían remodelar nuestras ciudades

      Imagina los canales de Ámsterdam sin plazas de aparcamiento y en su lugar alineados con árboles, huertos comunitarios y cafés al aire libre. ¿Y si las «supermanzanas» de Barcelona, la planificación urbana destinada a crear zonas peatonales con restricción del tráfico, pudieran llevarse a ciudades como París y Berlín?

      Los vehículos autónomos podrían potenciar estas tendencias, haciendo las ciudades más habitables y accesibles para todos.

      Vivir más lejos de la ciudad podría dejar de ser un problema si tu desplazamiento se convierte en parte de tu ritual matutino. Los pasajeros podrían disfrutar de una taza de café, leer o encender su portátil sin tener que concentrarse en la carretera.

      Los vehículos autónomos podrían comunicarse y coordinar sus movimientos con la infraestructura de ciudades inteligentes, lo que permitiría una gestión del tráfico en tiempo real. Esto podría conducir a rutas optimizadas, reducción de la congestión y un flujo de tráfico más fluido. Por ejemplo, algunas ciudades están experimentando con semáforos dinámicos que se adaptan en tiempo real a las condiciones del tráfico usando sensores, cámaras y algoritmos.

      ¿Está Europa preparada para un futuro con vehículos autónomos?

      Quitando la perspectiva color de rosa

      No todas las posibles consecuencias de los vehículos autónomos son positivas. Al igual que con la aparición de Uber, una ola de automatización podría perturbar millones de empleos en el sector del transporte, desde conductores de camión hasta repartidores y operadores de taxi.

      Según cálculos de KPMG, los vehículos autónomos podrían reducir el coste del transporte público hasta en un 50%. Teniendo en cuenta que 600.000 personas trabajan en el sector de transporte y logística en los Países Bajos, la pérdida total de ingresos podría ascender a 14.000 millones de euros al año si se pierden esos empleos. Es necesario introducir programas de reciclaje profesional para estos trabajadores.

      Los vehículos autónomos también plantean inquietantes preguntas éticas. Por ejemplo, ¿cómo debe elegir un coche entre dos resultados perjudiciales en un escenario de choque inevitable? Para prepararse para este futuro, los académicos debaten la mejor forma de alinear dichos sistemas inteligentes con el juicio moral humano.

      También está el problema de la ciberseguridad. A medida que los vehículos se vuelven más conectados, también se vuelven vulnerables a los hackeos, lo que supone riesgos no solo para los pasajeros sino para sistemas de transporte enteros. El año pasado, investigadores desarrollaron un hack, denominado MadRadar, capaz de sortear protecciones anti-spoofing y hacer que los vehículos autónomos «alucinen» coches fantasma en la carretera.

      Necesidades de infraestructura

      El futuro de la autonomía depende de algo más que software y sensores: necesita carreteras que estén a la altura de la tecnología. Un desafío evidente es la falta de señalización y normas viarias coherentes en toda Europa. Una revisión bibliográfica de 2023 destaca cómo las variaciones en el diseño, idioma y colocación de la señalización entre países de la UE presentan obstáculos significativos para los vehículos autónomos, que dependen del reconocimiento de imágenes y el aprendizaje automático para interpretar su entorno.

      Luego está la cuestión de la infraestructura digital. Redes 5G fiables, comunicación vehículo-a-todo (V2X) y mapas digitales actualizados son esenciales para la toma de decisiones en tiempo real y la seguridad. Las ciudades que carezcan de estos activos corren el riesgo de quedarse atrás.

      El laberinto regulatorio

      Por último, está el asunto de la legislación. A mediados de 2025, cada Estado miembro de la UE tiene normas muy dispares sobre las pruebas y el despliegue de AV.

      La responsabilidad legal también sigue siendo una cuestión poco clara: si un coche autónomo tiene un accidente, ¿de quién es la culpa: del fabricante, del desarrollador del software o del pasajero?

      Estas inconsistencias podrían frenar la adopción en Europa, incluso cuando las grandes tecnológicas en EE. UU. y China aceleran. Hasta que los gobiernos creen marcos unificados que garanticen la seguridad sin asfixiar la innovación, el despliegue masivo seguirá siendo un horizonte lejano.

      Cambios de mentalidad

      Aún no está claro si los vehículos autónomos son realmente más seguros que los conductores humanos. Un estudio de Swiss Re publicado este año afirmó que los vehículos autónomos de Waymo tienen hasta un 92% menos de reclamaciones de responsabilidad que los coches conducidos por humanos. Sin embargo, otros estudios han destacado que los AV todavía enfrentan desafíos en escenarios complejos como conducir al amanecer/atardecer y girar en intersecciones, donde presentan tasas de accidentes más altas en comparación con los conductores humanos.

      Curiosamente, un estudio sobre los sesgos psicológicos que los conductores tienen respecto a los AV reveló que:

      - Las personas exigen estándares de seguridad más altos a los AV que a los conductores humanos.

      - Muchos sobreestiman sus propias habilidades de conducción.

      - Cuanto más seguros se creen, más esperan de un AV.

      Los investigadores argumentaron que centrarse en la seguridad como el principal beneficio de los AV podría ser el enfoque equivocado.

      Entonces… ¿cuánto tiempo falta para ver AV en las calles europeas?

      En “Kia’s Next Big Drive”, Prins predijo que los vehículos autónomos estarán en las carreteras europeas «pronto». Pero la realidad es más matizada. Tecnológicamente, los AV se están acercando. Social y políticamente, aún vamos a la zaga.

      La cuestión ya no es si llegarán los vehículos autónomos, sino cómo nos adaptaremos cuando lo hagan. ¿Aprovecharemos el potencial de ciudades más verdes, seguras y accesibles? ¿O repetiremos los errores del pasado, sustituyendo un conjunto de problemas por otro?

      Una cosa es segura: el futuro de la conducción autónoma no se trata solo de coches. Se trata de reimaginar la forma en que vivimos, nos movemos y nos conectamos con el mundo que nos rodea. Y ese futuro se acerca rápido.

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