Cómo la IA está reescribiendo el manual de inversiones

Cómo la IA está reescribiendo el manual de inversiones

      Founders’ takes es una nueva serie con opiniones de expertos de líderes tecnológicos que están transformando industrias con inteligencia artificial. En esta edición, Cem Ötkün, CEO y cofundador de la plataforma de scouting de startups Bounce Watch, comparte su visión sobre cómo la IA está remodelando la inversión.

      El capital de riesgo, antes construido sobre redes y narrativas, está experimentando ahora un cambio estructural. La IA ya no es un añadido futurista al proceso de inversión: se está convirtiendo en un sistema operativo. Y para quienes invierten en el opaco mundo de los mercados privados, no es opcional. Es existencial.

      La maquinaria rota detrás del pitch

      A pesar de todo el capital que fluye en el venture, gran parte de la maquinaria sigue desactualizada. El flujo de acuerdos todavía depende en gran medida de las presentaciones. El filtrado es inconsistente. La debida diligencia consume mucho tiempo y es subjetiva. Con demasiada frecuencia, ganan las señales más ruidosas —no las más prometedoras.

      Esta ineficiencia crea tres riesgos principales:

      - Oportunidades perdidas, especialmente en geografías poco conectadas.

      - Asignación de capital sesgada, impulsada por coincidencias de patrones en lugar de tracción real.

      - Dilución del tiempo, con analistas pasando más tiempo recopilando datos que interpretándolos.

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      La IA no solo está resolviendo estos problemas. Está redefiniendo por completo la pila de inversión.

      Una nueva arquitectura para la toma de decisiones

      El equipo de inversión moderno se parece cada vez más a un híbrido entre un laboratorio de investigación y una empresa de software. En lugar de preguntar “¿A quién conocemos?”, la pregunta es “¿Qué señales están emergiendo que otros aún no han visto?”

      La IA permite este cambio de varias maneras:

      - Orquestación de datos: Las herramientas ahora unifican fuentes dispares —movimientos de talento, lanzamientos de producto, actividad de mercado— en una visión coherente y consultable.

      - Detección de micropatrones: Los modelos sacan a la superficie señales débiles que preceden a grandes movimientos. No solo tendencias, sino sutiles temblores.

      - Aceleración de procesos: Desde redactar memorandos hasta mapear competidores, la IA comprime drásticamente los flujos de trabajo.

      A nivel interno, lo que realmente está ocurriendo es una reconfiguración completa del flujo de trabajo de inversión. Los modelos de lenguaje a gran escala (LLMs) se están ajustando con memorandos de acuerdos y notas de socios. Bases de datos vectoriales almacenan contenido histórico de pitches y datos de puntuación internos. Las representaciones vectoriales (embeddings) permiten consultas semánticas a través de PDFs sin procesar, documentos de Notion y registros del CRM. Los agentes encadenan estos componentes —recuperando, interpretando y actuando de forma autónoma basándose en normas a nivel de la firma. No se trata de reemplazar a los analistas; se trata de darles superpoderes que no sabían que necesitaban.

      Esto conduce a un rediseño fundamental de lo que significa “convicción” en la inversión. Se trata menos del volumen de reuniones y más de la velocidad de los insights.

      En tiempo real en lugar de retrospectivo

      La antigua cadencia de actualizaciones trimestrales y llamadas con fundadores está siendo superada por sistemas que observan a los fundadores en movimiento. Los inversores ahora pueden monitorizar startups mientras comienzan discretamente a contratar, lanzan código, registran dominios o prueban la demanda —todo antes de que surja un pitch pulido.

      Esto crea dos ventajas claras:

      - Sourcing proactivo: Las startups pueden ser identificadas antes de que busquen financiación formalmente.

      - Previsión de cartera: Los inversores pueden detectar riesgos y oportunidades en tiempo real —no meses después.

      Europa, en particular, tiene mucho que ganar aquí. Ecosistemas fragmentados y joyas escondidas por todo el continente se detectan mejor mediante modelos que por el boca a boca.

      La siguiente capa: agentes y autonomía

      El futuro de la inversión no serán dashboards —serán agentes. Ya vemos versiones tempranas de “copilotos” de IA que ayudan en investigación, debida diligencia y creación de documentos. Pero el siguiente salto es la autonomía.

      Los agentes empezarán a actuar:

      - Priorizando leads según la fuerza de la señal.

      - Redactando memorandos de inversión adaptados a marcos de tesis internos.

      - Recomendando seguimientos, asociaciones o incluso salidas.

      Esto no es ciencia ficción. Es una evolución lógica donde la automatización se encuentra con el conocimiento del dominio. Y los fondos más visionarios ya están probando estas capacidades a puertas cerradas.

      Una advertencia: los sistemas sin pensamiento son solo ruido

      Por supuesto, la IA no es infalible. Los sistemas mal afinados pueden amplificar el ruido, reforzar sesgos existentes o producir insights convincentes pero inexactos.

      Por eso el modelo ganador no es ni la máquina ni el humano. Es el humano asistido por la máquina con una lógica interna sólida. Los equipos deben tratar la IA como a un colega: útil, pero siempre susceptible de ser cuestionado.

      Crucialmente, la calidad del insight sigue dependiendo de la calidad de los datos —y de la creatividad de las personas que formulan las preguntas.

      ¿Qué distingue a los líderes?

      En el panorama actual, la ventaja ya no reside en construir cada sistema desde cero. La mayoría de los equipos de inversión no necesitan reinventar la rueda —necesitan integrar de forma más inteligente.

      Lo que distingue a las firmas de alto rendimiento no es la potencia de ingeniería interna, sino la capacidad de seleccionar, combinar e integrar las herramientas adecuadas en sus rutinas diarias. En lugar de pasar meses construyendo infraestructura propietaria, se concentran en refinar flujos de trabajo, mejorar la interpretación y liberar tiempo para el pensamiento estratégico.

      No se trata de poseer cada capa —se trata de orquestar lo que importa.

      Las firmas que sobresalen son aquellas que:

      - Integran sin problemas inteligencia externa en procesos internos.

      - Se adaptan rápidamente a señales y tecnologías en evolución.

      - Se enfocan en la calidad de la decisión más que en el orgullo por las herramientas.

      No intentan ser empresas tecnológicas. Simplemente operan como inversores inteligentes en un mundo habilitado por la tecnología.

      La naturaleza de la inversión no ha cambiado. Sigue siendo apostar con criterio por futuros inciertos. Pero las entradas —y la velocidad con la que las interpretamos— han cambiado más allá del reconocimiento.

      En esta nueva era, la ventaja no proviene solo de la intuición. Proviene de la infraestructura.

      ¿Y las firmas que la construyen, la adoptan y la perfeccionan a diario? No solo ganarán acuerdos. Redefinirán lo que significa ser un inversor.

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