Por qué Europa podría ganar silenciosamente la carrera de los humanoides

Por qué Europa podría ganar silenciosamente la carrera de los humanoides

      La demostración de Optimus de Elon Musk en el evento We Robot de Tesla dejó una cosa clara: cuando se trata de humanoides, el protagonismo todavía pertenece a Estados Unidos. Luego está Asia, con los rápidos avances de China y la profunda legado de Japón y Corea del Sur en robótica. Los titulares aún se centran en presupuestos de mil millones de dólares, rápidas iteraciones de hardware y compilaciones de simulación elegantes.

      Sin embargo, detrás del ruido, se desarrolla en Europa otro acontecimiento — más silencioso, pero potencialmente mucho más importante. El próximo capítulo de la robótica humanoide puede estar definido no por quién se mueve primero o construye los prototipos más llamativos, sino por quién se mueve con la disciplina y coherencia requeridas. Y Europa tiene el potencial de liderar esta nueva era.

      La regulación como estrategia

      En la mayoría de las conversaciones sobre innovación, la regulación se enmarca como un freno. En Silicon Valley, a menudo se la ve como un obstáculo para escalar o como una señal de exceso burocrático. Pero Europa — particularmente en IA y robótica — está reescribiendo esa narrativa. Con la Ley de IA ya adoptada, la UE es la primera región en ofrecer claridad legal integral sobre el despliegue de sistemas de IA de alto riesgo, incluidos los robots humanoides.

      También debemos considerar que, eventualmente, otros países probablemente adoptarán marcos regulatorios que se alineen en amplio sentido con los de la UE, aunque sean menos estrictos. Al diseñar desde el principio con estándares europeos, estaremos en una posición favorable para adaptarnos rápidamente a medida que emerjan nuevas regulaciones en otros lugares.

      Esta claridad importa. Cuando los inversores y socios industriales pueden evaluar de manera fiable los riesgos de cumplimiento, es más probable que comprometan recursos. En un campo tan complejo y potencialmente disruptivo como la robótica, reglas claras no frenan el progreso — lo reducen a riesgos.

      Europa también ha introducido o actualizado varias otras regulaciones que afectan directamente a la robótica:

      La Directiva de Responsabilidad por Productos ahora incluye software y IA, reduciendo la ambigüedad e incentivando prácticas de diseño más seguras.

      El Reglamento de Seguridad General de Productos agiliza la entrada en mercados transfronterizos con estándares de seguridad armonizados.

      El Reglamento de Maquinaria define rutas de certificación más claras para sistemas robóticos.

      Juntos, estos marcos ofrecen a la UE un entorno regulatorio coherente y predecible. Sí, es difícil, pero dadas las implicaciones, esto proporciona exactamente lo que el sector humanoide necesita: claridad.

      Despliegue, no demos

      Mientras que en EE. UU. a menudo se basa en la innovación financiada por monopolios tecnológicos grandes y China se apoya en estrategias de fabricación impulsadas por el Estado, el sector de la robótica en Europa se construye sobre la colaboración modular. Las startups y laboratorios de investigación surgen en grupos bien financiados, a menudo apoyados por iniciativas respaldadas por la UE, como RI4EU y EIC Accelerator. Estos programas ofrecen acceso a laboratorios de prueba, financiamiento para pilotos y redes colaborativas de I+D.

      Además, la estructura geográfica e industrial de Europa le otorga una ventaja especial: la proximidad a casos de uso reales. Tener en las cercanías centros logísticos, zonas de fabricación y cadenas minoristas ayuda a acelerar la iteración y alinear el desarrollo con los puntos críticos operativos del continente. McKinsey estima que en algunos sectores críticos de Europa — incluidos comercio minorista y logística — solo la nómina alcanza 1,7 billones de dólares (€1,55 billones). Esto hace que la automatización sea altamente rentable y propicia a la disrupción.

      Estos factores han sido clave en la estrategia de Humanoid, la empresa de robótica que fundé en el Reino Unido el año pasado. Nuestro objetivo no es solo impresionar en el escenario; es mucho más importante que integremos innovaciones sin problema en flujos de trabajo reales. Para ello, hemos adoptado una filosofía de diseño sencilla y modular: una base con ruedas que conviene a entornos logísticos, acelerada por simulaciones y retroalimentación de pruebas en la industria real. Creemos que el énfasis debe estar en la realidad, no en el hype, y ese pensamiento está atrayendo inversores estadounidenses hacia la robótica europea.

      Este cambio ya se refleja en la dinámica de financiamiento. La ronda de inversión de 120 millones de euros de Neura Robotics en enero de 2025 fue una de las más grandes en robótica en Europa hasta la fecha. Y los inversores ahora apuestan por equipos de pila completa con estrategias de despliegue creíbles — en lugar de solo tecnología especulativa.

      El robot más reciente de Humanoid, HMND 01, se presentó en un video a principios de este año. Crédito: Humanoid

      Un ajuste mejor para el futuro del trabajo

      Más allá de reducir la incertidumbre, la regulación europea también ayuda a codificar valores que moldean cómo se desarrollan y despliegan los robots humanoides. La Ley de IA exige que los sistemas de alto riesgo — incluidos los utilizados en lugares de trabajo, espacios públicos y entornos de salud — cumplan con estándares estrictos de seguridad, transparencia y supervisión humana.

      Este marco fomenta la confianza, que es esencial para los robots que operan en entornos sensibles como fábricas, hospitales o residencias de ancianos. El énfasis europeo en la trazabilidad y el desarrollo ético va más allá de mitigar riesgos: crea las condiciones para la adopción a escala, donde la seguridad y la dignidad son no negociables.

      Además, este enfoque ayuda a posicionar a los robots como socios. Al diseñar para la mejora en lugar del desplazamiento — como se observa a menudo en EE. UU. — las startups europeas están modelando un enfoque más centrado en lo humano hacia la automatización. También ofrecen una alternativa a la narrativa dominante de que los robots reemplazarán a los humanos en roles críticos.

      Cabe destacar también que algunos trabajos no son adecuados para las personas, ya que obstaculizan su potencial completo. Por ejemplo, un humanoide podría encargarse de mover cajas en un almacén durante todo el día. Esto no es simplemente un reemplazo; es una mejora de las capacidades de automatización existentes, que capacita a las personas para encontrar trabajos con más propósito.

      Esa distinción se vuelve más evidente cuando observamos los lugares donde más se necesitan humanoides, como centros logísticos, clínicas y residencias de cuidado. Estos entornos tienen restricciones espaciales y regulatorias reales y poca tolerancia al error. Las tareas allí son repetitivas pero requieren precisión, y las personas están extremadamente ocupadas. En estos escenarios, los robots deben apoyar silenciosamente el flujo de trabajo, no interrumpirlo. Eso requiere una integración cuidadosa, que significa responder en el momento adecuado, manipular objetos de manera predecible y, sí, mantenerse fuera del camino cuando sea necesario.

      Estos son desafíos prácticos moldeados por rutinas diarias, no solo logros de ingeniería. Desde nuestra perspectiva, el modelo europeo de desarrollo cauteloso y orientado al usuario está bien adaptado para enfrentarlos.

      Cadena de suministro y autonomía estratégica

      Todavía hay preocupaciones en la robótica europea que deben abordarse. A partir de 2025, China controla el 63 % de la cadena de suministro de hardware de humanoides, desde imanes de tierras raras hasta actuadores clave. Sin embargo, ahora se observan movimientos de fabricantes de equipos originales (OEM) en Europa que colaboran tempranamente con creadores de humanoides para co-desarrollar componentes hardware. Esta estrategia puede mitigar el riesgo de dependencia excesiva.

      Por otro lado, aunque EE. UU. domina en software de IA, pocos actores en el mundo ofrecen pilas completamente integradas. Vemos algunos movimientos en esa dirección en EE. UU. y China, y Europa — que aún depende de importaciones — debe aprender a navegar en este espacio con firmeza.

      Las llamadas a diversificar la oferta de suministro están en aumento. En junio de 2025, Benjamin Krieger, de la Asociación Europea de Proveedores de Automoción (CLEPA), subrayó la necesidad de fortalecer las rutas de cadena de suministro de la UE debido a los controles de exportación de China sobre los elementos de tierras raras. En EE. UU., los analistas también lanzan alarmas similares.

      Para reducir la dependencia, Europa tendrá que apoyar la fabricación local de componentes clave, incentivar fuentes alternativas y formar alianzas comerciales fuera de la órbita de Beijing.

      ¿Qué sigue?

      La próxima fase de la robótica humanoide no la ganará quien se mueva más rápido, sino quien construya mejor.

      ¿Qué requerirá esto? Primero, fortalecer mecanismos de financiamiento y apoyo que ayuden a las innovaciones a avanzar en las etapas finales de los Niveles de Preparación Tecnológica (TRL, por sus siglas en inglés), y pasar de pilotos a despliegues industriales. Segundo, forjar asociaciones industriales que comiencen en la fase de prototipo, no después. Tercero, agilidad política para acelerar la certificación sin comprometer los más altos estándares de seguridad.

      Lo que está en juego no es solo quién obtiene más patentes — ya hemos visto que sucede sin despliegue real significativo. El verdadero reto es si podemos construir sistemas que se integren de manera segura en entornos humanos, mantengan la confianza pública y aborden las preocupaciones reales de la gente — desde la privacidad y la transparencia hasta la seguridad e interacción cotidianas.

      Europa no necesita imitar Silicon Valley o Shenzhen. En cambio, debe potenciar lo que ya hace bien: la colaboración multidisciplinaria, el diseño ético tecnológico y el pragmatismo industrial.

      La carrera global por los humanoides no es un sprint, sino un proyecto de infraestructura a largo plazo. Y si lo hacemos bien, Europa podría construir la fuerza laboral más confiable del futuro — una que colabore con humanos y cambie el mundo, un robot a la vez.

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