Estos robots de reparto están recibiendo una fría acogida en Chicago.
«Las aceras de Chicago son para las personas, no para los robots repartidores», dice una petición que busca librar las calles de la ciudad de esos aparatos con ruedas.
Dos empresas de robots —Coco y Serve— están operando los diminutos robots en las aceras de Chicago, transportando comidas a los clientes.
Lanzada en noviembre, la petición en línea actualmente cuenta con más de 1.200 firmas de personas de toda la ciudad que quieren que los robots sean desterrados.
Josh Robertson, el impulsor de la petición, dijo a CBS News que cuando los robots llegaron por primera vez, en realidad sintió cierta emoción al verlos avanzar por la acera porque parecía un vistazo al futuro.
Pero cuando realmente se topó con uno durante un paseo, se vio instintivamente moviéndose para hacerse a un lado, a pesar de que la acera es principalmente para peatones… no para robots con ruedas.
Preocupado por su impacto tanto en la seguridad como en el empleo, Robertson lanzó una campaña pidiendo que se publique más información sobre los robots.
Dijo que algunas personas en sillas de ruedas o que usan muletas han encontrado que las máquinas son una molestia, mientras que un hombre, Anthony Jonas, terminó en el hospital tras chocar con uno.
«Tropecé con él y me golpeé el párpado contra la banderola de visibilidad que está sujeta al robot», dijo Jonas a CBS News. «Sangre, urgencias, puntos de sutura —todo eso».
Los foros en línea también han estado debatiendo la situación de los robots repartidores en Chicago, con un comentarista preguntando: «Si los tiro, ¿me meteré en problemas?», mientras que otro dice simplemente: «Los odio. Les digo que los odio».
Como los robots contienen múltiples cámaras para la navegación, los defensores de la privacidad también están preocupados por la vigilancia y la recopilación de datos en espacios públicos.
Una de las empresas de robots repartidores, Coco, ha dicho que está dispuesta a reunirse con Robertson para discutir sus preocupaciones y las de otros residentes, aunque podría resultarle difícil convencerlo de que cambie de postura.
Robots compactos de reparto como los de Coco, en realidad, llevan años existiendo, operados por numerosas empresas en un sector cada vez más competitivo.
Pero algunas ciudades, como San Francisco, han visto a las autoridades reaccionar, imponiendo límites al número de robots y restringiéndolos a zonas con poco tráfico peatonal.
Si la petición de Robertson puede persuadir a las autoridades de Chicago para que actúen de la misma manera, está por verse.
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