Cómo Europa puede ganar la batalla por el talento tecnológico

Cómo Europa puede ganar la batalla por el talento tecnológico

      No hay duda de que Europa tiene ambición. En la última década hemos puesto los cimientos de una economía digital próspera, desde el liderazgo regulatorio hasta reformas impulsadas por la tecnología y centros regionales de rápido crecimiento. Pero la infraestructura por sí sola no construye el futuro; lo hacen las personas. Y hoy nos enfrentamos al reto muy humano de cómo atraer —y retener— el talento que impulsa la innovación.

      Estamos viendo a personas altamente cualificadas, como fundadores, ingenieros y líderes de producto, trasladar sus operaciones o carreras a Estados Unidos y, en algunos casos, a Asia. Esta tendencia refleja la competencia global en su máxima expresión. Pero también es un momento para reflexionar sobre qué puede hacer que Europa sea única a la hora de atraer y conservar el talento tecnológico que necesita.

      Por qué se mueve el talento — y por qué eso no es toda la historia

      En un mercado global profundamente interconectado, el talento sigue a la oportunidad. Estados Unidos, por ejemplo, ofrece capital para etapas avanzadas a una escala que sigue siendo difícil de igualar en Europa. Su mercado doméstico unificado permite a las startups crecer sin tener que afrontar las complejas fronteras regulatorias que a menudo encontramos en Europa. En áreas como la IA y la deep tech, simplemente hay más despliegues a gran escala y recursos que atraen a ingenieros deseosos de superar límites.

      Pero el talento no se mueve en una sola dirección. Muchos emprendedores regresan con habilidades más sólidas, no solo para construir empresas europeas, sino también para reencontrarse con un sentido de hogar y lograr un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal. Cada vez más, los fundadores crean equipos transfronterizos, gestionando producto e ingeniería desde Europa mientras escalan ventas o alianzas a nivel global.

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      Europa se enfrenta a una prueba de su competitividad y confianza en la lucha global por el talento. Creo que podemos superar esta prueba, no imitando otros ecosistemas, sino centrándonos en lo que nos diferencia.

      Suecia como escaparate de la fortaleza europea

      Suecia ofrece un ejemplo contundente de las fortalezas de Europa. Con 41 unicornios, se sitúa entre los 10 países con más unicornios del mundo. Estocolmo, su capital, ocupa el segundo puesto después de Silicon Valley en unicornios per cápita. Las startups suecas se han expandido globalmente manteniéndose arraigadas en un ecosistema local sólido.

      Lo que ha hecho eso posible no es solo el capital: también lo impulsa una cultura de confianza, la preparación digital, infraestructuras innovadoras y la inversión a largo plazo en educación. La enseñanza superior es gratuita para los ciudadanos de la UE, y los servicios públicos digitales, como la identificación electrónica (e-ID), llevan tiempo integrados en la vida cotidiana. Existe una alineación constante entre los sectores público y privado en el apoyo al emprendimiento.

      Este tipo de cimientos no garantiza el éxito, pero sí crea una plataforma para que el talento crezca —y permanezca. Y Suecia no está sola en fomentar estas condiciones. A lo largo del continente, ciudades como Tallin, Lisboa, Berlín y Málaga están desarrollando ecosistemas tecnológicos arraigados en fortalezas y especializaciones locales, convirtiéndolas en polos de talento.

      Las fortalezas de Europa son estructurales y están subestimadas

      A Europa a menudo se la critica —a veces con razón— por estar excesivamente regulada, con políticas que pueden ralentizar los ciclos de producto o añadir complejidad para las startups. Sin embargo, estos estándares también sirven a un propósito más profundo: construir la confianza que buscan tanto los consumidores modernos como el talento.

      Además, Europa invierte pronto y de forma equitativa en su gente. Muchos países ofrecen sanidad universal, guarderías subvencionadas y educación gratuita o de bajo coste, reduciendo el riesgo financiero personal de fundar o incorporarse a una startup. Para los empleados, esto crea una mayor sensación de seguridad y apoyo que se extiende más allá del lugar de trabajo. Esta estabilidad puede ser invaluable, dando a más personas la libertad de asumir riesgos empresariales significativos.

      Europa tiende a fomentar un entorno de crecimiento diferente para las startups que otros mercados globales. Con menos acceso a capital hiper-escalable, las empresas a menudo crecen a un ritmo más deliberado que sus homólogas estadounidenses. Protecciones laborales más fuertes y una mayor conciencia sobre la huella de una startup también pueden atraer a talento que busca algo más que salidas rápidas. Para muchos de los creadores actuales, la sostenibilidad no se trata solo de métricas, sino de valores.

      Por supuesto, el panorama no es perfecto. La regulación fragmentada entre los estados miembros de la UE, el acceso limitado a capital de crecimiento en etapas tardías y la complejidad de la contratación transfronteriza crean fricciones. En los últimos meses, hemos visto empresas, especialmente en fintech, ajustar operaciones o dirigir capital hacia Estados Unidos, mientras los inversores globales buscan retornos más rápidos y entornos de escalado más previsibles. Esa dinámica corre el riesgo de empujar al talento más destacado fuera de Europa.

      Pero estos desafíos no son insalvables —y no son motivos para el pesimismo. Son señales de que necesitamos evolucionar más rápido, con más audacia y con un mayor sentido de cohesión en todo el continente.

      Lo que Europa debe hacer a continuación

      Para evitar que estas fuerzas alejen al talento, el primer paso es recuperar la narrativa. Europa no es un socio secundario en la innovación global; ya lidera en áreas como la banca abierta, la tecnología verde y los servicios digitales que priorizan la privacidad. En lugar de presentar toda regulación como una carga, deberíamos posicionar ciertas normativas clave como una ventaja competitiva. Crean estabilidad y transparencia, valores cada vez más apreciados por el talento y los inversores de hoy. Si queremos que la próxima generación de emprendedores construya aquí, deben creer en la visión, y eso empieza por cómo contamos nuestra historia.

      En segundo lugar, Europa debe abordar su fragmentación regulatoria si quiere desbloquear todo su potencial innovador. Aunque nuestra diversidad es una fortaleza, las normas inconsistentes entre los estados miembros —desde impuestos y legislación laboral hasta cumplimiento de datos y licencias— crean fricción para las startups que buscan operar a través de fronteras. Este mosaico obliga a los fundadores a elegir entre ciudades, cuando deberían poder construir sin fricciones en todo el bloque. Una mayor armonización de las políticas relevantes para startups y mecanismos de financiación más integrados entre mercados harían que Europa se sintiera como un único espacio de innovación cohesionado para el talento tecnológico, en lugar de un conjunto de jurisdicciones fragmentadas.

      El continente también necesita invertir en innovación local, conservar la titularidad de su infraestructura digital fundamental y proteger su propiedad intelectual. Eso requiere un entorno de financiación para etapas tardías más sólido, iniciativas público-privadas de I+D más ambiciosas y apoyo a largo plazo para las empresas innovadoras. Significa seguir construyendo sobre lo que hace a Europa única. Para profundizar la reserva de talento, el pensamiento a largo plazo del continente, su inclusividad y su sentido de responsabilidad deberían aprovecharse como ventajas competitivas, no solo ideales blandos.

      Un ecosistema tecnológico que merece la pena construir y en el que quedarse

      El talento no solo sigue al dinero: también sigue al significado. Los innovadores de hoy quieren trabajar en entornos donde puedan crear un impacto real. Buscan flexibilidad, diversidad, confianza y propósito. Europa está singularmente posicionada para satisfacer esas expectativas —si acepta lo que la hace diferente. En un mundo cambiante e incierto, Europa sigue siendo una democracia estable, ofreciendo un grado de seguridad que puede atraer el interés de los inversores y capital.

      Esto no es un juego de suma cero —y que el talento se vaya al extranjero no significa que Europa esté perdiendo. Sin embargo, si queremos ser líderes mundiales en innovación en la próxima década, necesitamos defender nuestros valores, eliminar barreras y contar nuestra propia historia con mayor eficacia. Si lo hacemos, podemos convertir a Europa en el lugar donde el talento de clase mundial no solo empieza, sino también encuentra su lugar.

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Lena Hackelöer, fundadora y directora ejecutiva de Brite Payments, comparte su visión para convertir a Europa en un imán para el talento tecnológico de primer nivel.