Los ordenadores protegidos rusos han entrado en producción en serie.
El holding Rosel, perteneciente a Rostec, puso en marcha la producción en serie de computadoras para condiciones extremas de uso. Estos equipos ya han merecido la aprobación de las fuerzas de seguridad y de los industriales, lo cual no sorprende: pocos pueden presumir de tecnología que haya superado tanto las heladas árticas como el calor agobiante.
En la gama hay portátiles, ordenadores de panel y tabletas, listas para automatizar puestos de trabajo en cualquier lugar —incluso en un camión que se sacude en algún rincón del mundo. Pueden funcionar de forma independiente o integradas en redes locales.
Los dispositivos funcionan sin problema a temperaturas entre −40 y +70 °C, lo que los convierte en compañeros ideales tanto para quienes trabajan en zonas polares como para quienes se ven obligados a trabajar en condiciones que recuerdan a una sartén ardiente. Y si por accidente el equipo cae, recibe un golpe o sufre otras pruebas mecánicas, no pasa nada: resiste impactos de hasta 75 g, lo que equivale aproximadamente a una colisión frontal entre dos automóviles a 50-60 kilómetros por hora.
El software nacional es motivo de especial orgullo para Rosel. El BIOS ruso y el módulo de arranque de confianza —todo ello no solo aumenta la seguridad, sino que además contribuye a la soberanía tecnológica, desplazando progresivamente a los equivalentes extranjeros. La empresa ya suministra sus productos a sus propias plantas, pero tiene planes de escalar la producción para que la oferta sea aún más competitiva.
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